sábado, 30 de noviembre de 2013

La muerte nos reúne a todos...





Erick definitivamente no era un tipo de fiar. Sus acciones iban desde vender drogas hasta  asaltar a mano armada en los buses del transporte público, amenazando a niños y ancianos por igual sin el menor temor o remordimiento humanamente posible…

…Pero eso no era lo peor…

“¡Ni que fuera necesidad la del infeliz!” – Decían sus conocidos – “Su familia tiene dinero y él siempre fue muy educado de niño… Pero desde que se hizo adolescente, estar con él es como jugar a la ruleta rusa con una metralleta llena de balas…  Simplemente sabes que va a terminar mal”

Cualquiera diría que, después de tantos años llevando una vida llena de delitos y felonías, la policía se encargaría de atraparlo y meterlo a donde pertenece… Pero eso no era un problema para él.

-          Su padre fue detective – Decía entre lágrimas una de sus ex novias – No importa las cosas que haga o deshaga; Mientras sus padres sigan contribuyendo a la policía y él se la lleve de niño bueno, jamás van a haber pruebas en contra de él.

-          ¿Y a ti que te hizo para que lo odies tanto? – Preguntó Vincent, fumando un extraño cigarrillo rojo y sonriendo con toda la amabilidad posible.

-          El muy perro metió a mi hermano a la cárcel… ¡Así, abrió la boca para ensuciarlo como si nunca hubieran sido amigos!... Y yo estuve a punto de denunciarlo también ¿sabes?, por pura venganza, pero el muy cobarde me amenazó con matarme a mí y a mi familia si hablaba.

-          Vaya mierda – Continuó Vincent, terminando su cigarrillo y levantándose del sillón – Me tengo que ir.

-          ¿Tan pronto? – Replicó la chica, levantándose también y dándole un breve abrazo a Vincent – Me alegró verte otra vez, niño ¿A dónde habías estado todo este tiempo?
-          Tú sabes, a donde el rock me lleva ahí voy.

-          ¡Huy!, ¡La vida del famoso! – Dijo ella, dándole un golpecito en el brazo y limpiándose las lágrimas –       Pero mira… Ya no te sientas mal por lo de tu mamá, ella está en un lugar mejor ahora.

-          Lo sé… No te preocupes, no es nada. Solo me sentía mal porque no pude estar a tiempo para su funeral, eso es todo…

-          Pero no fue tu culpa… Tenías trabajo. Además, desde el cielo ella te debe estar viendo y sé que se siente orgullosa de tener un hijo como tú.

-          Sí… supongo que sí. Cuídate, loca. Nos vemos luego.

-          ¡Claro! Aquí te espero, niño…

Vincent se retiró, sonriendo y  con un sentimiento de logro inmenso. Su amiga nunca se imaginó que el plan de aquel chico que conocía desde la infancia era tan… bizarro.

Los días pasaron con rapidez y el infame Erick se vio en un problema que jamás imaginó…

-          Hijo, debes irte – Le dijo su padre, con mucha frialdad.

-          ¿Irme, yo? – Repuso Erick, riéndose de la situación – ¡Estás loco, viejo! Si quieres vete tú, pero esta ciudad es mía y yo hago lo que se me da la gana.

-          Ya no es así, Erick – Continuó su padre – Mis amigos están hartos de recibir tantas denuncias de tu comportamiento y ya no pueden seguirte cubriendo.

-          ¿Cómo así?, ¿Me estás diciendo que me vas a dejar morir, maldito perro decrépito? – Gritó Erick, tomando a su padre del cuello y apretándolo con fuerza.

-          Hijo… Suéltame…  Déjame… Explicarte…

-          ¡Habla entonces! – Volvió a gritar, soltándolo – ¿Qué pasó?

-          ¡La situación escaló de nivel! – Respondió su padre, desesperado – Las denuncias llegaron a oídos del jefe de estado y él mismo firmó una orden de arresto. Mis amigos temen perder sus trabajos si te siguen ayudando… Lo siento, hijo, no pensé que esto llegaría tan lejos.

-          ¡Mierda!, esto es ridículo... ¡Ridículo! – Continuó Erick, acoplándose a la idea de no hay otra salida viable y sabiendo que le convenía más tomar las cosas con calma –  Bueno, ni modo… ¿Ya me tienes un lugar donde esconderme, verdad?

-          ¡Por supuesto, hijito! En un hotel en las afueras de la ciudad. Puedes quedarte ahí unos meses mientras se calman las cosas y luego podrás regresar.

-          Gracias, viejo... Siempre piensas en lo mejor para los dos…

Erick le hizo una seña con la mano,  guiñó el ojo y confirmó la dirección del hotel. Su padre, aterrado por el comportamiento de su hijo e indignado por la situación, le pidió un segundo para asegurarse  que la habitación estaba lista, tomando el teléfono con autonomía y marcando un número rápidamente.

-          ¡Apresúrate, viejo! – Le gritó Erick.

-          Dame un segundo, hijo, ya casi – Respondió, poniendo el teléfono en su oreja para escuchar – ¡Hola! Sí, soy yo… ¿Está todo listo? Perfecto. En unas horas estará ahí – El papá colgó el teléfono y continuó hablándole a su hijo – Bien, puedes irte. Toma las llaves de mi auto y no te metas en más problemas, ¿está bien?

-          Tú no me dices que hacer, momia – Repuso Erick, agarrando las llaves y saliendo de la casa.

Por un segundo, las cosas parecían estar bien.  El hotel estaba lo suficientemente lejos como para despistar a cualquiera y la policía pronto se aburriría de buscar a un criminal de tan baja categoría. Los meses pasarían rápido, las facilidades incluían tres tiempos de comida en el precio y lo único que Erick tenía que hacer era esperar… 

…Pero eso era algo que aquel muchacho infame no podía hacer…

Al pasar dos semanas, las reservas de droga se le habían agotado por completo. Su aburrimiento había llegado a un grado casi depresivo y las ideas suicidas estaban empezando a tomar un lugar especial en su mente a la misma velocidad que la abstinencia se tomaba su cuerpo. La televisión con novecientos canales ya no lo complacía. La mucama que pagaba de vez en cuando para “desahogarse” se había vuelto monótona. Su desesperación había llegado a un grado tan insoportable que Erick ya no sabía qué hacer. Tomó el teléfono de su habitación e hizo su movimiento de suprema emergencia… Marcó el número con rapidez, pensando si era lo correcto con cada sonido de espera telefónica. Sus manos temblaban, pero cuando escuchó que contestaron, supo que no había vuelta atrás…

-          ¿Hola, mamá? – Dijo Erick, muy avergonzado.

-          ¡Hola, mi bebecito! – Respondió su madre, con mucho cariño – Me alegra mucho escucharte. ¿Está todo bien, mi tarrito de miel? 

-          No mucho, mamita… Estoy aburrido y algo triste. ¿Ya falta poco para que pueda volver?

-          Sí, mi amor. Unas cuantas semanas y esos hombres malos dejaran de molestarte…

-          Pero – Interrumpió – No sé si voy a poder  aguantas unas semanas más…

-          Si, osito, te comprendo… Pero debemos esperarnos unos días más. Nosotros te avisaremos cuando podrás salir de ahí, ¿está bien?

-          Está bien, mamá, gracias, pero… ¿Será que me pueden enviar un poco de mi “medicina”? Ya no tengo nada para pasar el rato.

-          Lo siento, corazón, no puedo enviarte nada… Nos están investigando ahora mismo y tenemos suerte que tu padre haya convencido a uno de sus amigos para que no interceptaran el teléfono. Si hago eso te van a atrapar.

-          ¡Pero estoy aburrido! – Gritó Erick – ¿Hay algo que puedas hacer por mí?

-          Bueno, muñequito, ¿ya intentaste pasártela bien con alguna mucama del hotel?

-          Sí... ¡Pero es que ya me tiene aburrido también! Eso de tener a la misma mujer todas las noches no es para mí y lo sabes…

-          Bueno, si necesitas un poco de “variedad” puedo darte un número telefónico… Las muchachitas son muy discretas, así que no tendrás problemas.

-          ¡Pero no quiero gastar más dinero! – Repuso Erick.

-       ¡No te preocupes, mi príncipe! Yo pagare las cuentas. Elige a las muchachas que quieras y diviértete.

-          ¡Gracias, mami, tu siempre piensas en todo! – Respondió Erick, muy contento.

Su madre le dio el número y él no tardó ni dos segundos en colgar y llamarlo. Cuando la señorita contestó con voz sensual, fue interrumpida por una orden muy específica:

-          ¡Quiero tres mujeres! Quiero una morena, una rubia y una pelirroja… ¡Las quiero en lencería negra y las quiero ya!

-          ¡Perfecto! – Respondió la muchacha, con una voz sensualmente familiar – ¿A dónde podemos encontrarlo?

-          Estoy en la habitación doscientos dos del hotel La Nifla Nata Memphis, en las afueras de la capital.

-          Sí, conocemos ese hotel… Y dime, guapo ¿A quién tendremos el placer de complacer esta noche? 

-          ¡Me llamo Erick Mauricio Ojed Neptuno!, ¿escuchó?, ¡Erick Mauricio Ojed Neptuno!, ¡Ahora deje de joderme y envíeme esas putas!

-          ¡Por supuesto! Estarán ahí en quince minutos. ¡Disfrútelas, guapo!

Erick colgó. Esperó quince minutos exactos y escuchó que tocaron la puerta. Se lanzó de la cama y corrió a abrirles… Pero lo que vio no era lo que imaginaba…

¡Era mejor!

Las muchachas eran increíblemente hermosas. Las tres se quitaron sus largas gabardinas al mismo tiempo para mostrarle la provocativa lencería que él había solicitado, acompañadas con medias y un bolso lleno de “juguetes” para “cualquier juego que a él se le ocurriera”.

Erick se le aventó a la pelirroja como un león. Las tres se rieron y la rubia pronto abrió la maleta para sacar unas cuerdas y un vendaje negro. La pelirroja detuvo al hombre y lo tiró a la cama, haciéndole señas para que se relajara y disfrutara un show que jamás olvidaría. Las otras dos chicas lo amarraron al respaldo de la cama y pronto le empezaron a vendar los ojos, quitándole la ropa lentamente y acariciándolo con pasión…

“¡A mí no me gusta que me amarren, perras!” – Dijo Erick – “Pero que quede claro que lo hago porque estoy muy aburrido”

“No se preocupe de nada, papacito… Nosotras lo vamos a tratar como un rey” Dijo una de las chicas.

Erick sintió cómo, al tenerlo totalmente desnudo y ciego, le amarraron los pies también. Por algún motivo la idea de no saber lo que iba a pasar a continuación le excitaba más de lo que esperaba. Unos cuantos segundos pasaron en suspenso hasta que sintió como un cuchillo le cortaba las vendas de los ojos…

“Que buen juego” – Pensó…

Pero lo que vio esta vez no fue nada placentero.

-          ¿Quién… quien putas eres?, ¿Qué están haciendo aquí, a donde están las chicas?, ¡Sal de aquí, maricón de mierda! – Gritó Erick.

-          ¿Por qué no me sacas tú de aquí, cabrón? – Respondió el hombre que tenía frente a él.
Erick intentó moverse… Pero ninguna de las cuerdas cedió a su fuerza. Su desesperación subió al ver cómo el hombre se acercaba a la maleta que habían llevado las chicas y sacaba una sierra, una botella muy grande de plástico llena de “algo”, una inyección bastante gruesa llena de un líquido amarillo y una mordaza roja propia del sadomasoquismo…
…Las cosas no iban bien…

-          ¡Esas putas me lo van a pagar! – Gritó Erick con fuerza – ¡Ayuda!, ¡Ayuda!

-          Esas putas son mis amigas – Respondió el hombre, sonriendo con cierto descaro – Y no creo que te vayan a pagar una mierda, chico…

-          ¡Ayúdenme!, ¡Un loco me tiene atado!, ¡Ayuda!, ¡Llamen a la policía!, ¡Ayuda!

-          ¡Cállate, cerdo!, ¿No te has dado cuenta que las paredes son más gruesas que un maldito tren?, ¡Nadie puede escucharte!, ¡Y si te escuchan no dan una mierda por ti!... ¿Nos entendemos mejor ahora, chico?

Erick comprendió que no tenía escape. Empezó a llorar e intentó soltarse una vez más, sin éxito. Al rendirse y dar pie a la idea que su muerte era inminente, procedió a hacer las preguntas típicas de una víctima en plena ejecución…

-          ¿Por qué?... ¿Qué quieres?, ¿Qué demonios quieres de mí?

-          Por qué es una pregunta estúpida – Respondió el tipo – Ahora, lo que quiero es… Complicado.

-          ¡No me jodas!, ¿Qué quieres?

-          Mira, yo tenía una amiga cuando era niño… Y me encantaba. Pasábamos juntos todo el tiempo y hablábamos de muchas cosas porque los dos éramos muy… ¿sarcásticos? No sé si sabes de lo que hablo.

-          ¡No sé de qué demonios me estás hablando y nada me puede importar menos!, ¡Estás loco!

-          No, no… Sé que lo sabes. ¿Recuerdas a Clara?, ¿Clara Asomrehal?

Erick lo recordó al instante. Vio al tipo una vez más y descubrió que, detrás de ese abrigo blanco y cabello largo, se escondía alguien de su pasado que nunca en su vida esperó volver a ver…

-          ¡Mierda!, ¡Tú eres ese chico! El que le decían derrame cerebral… ¡Vincent!, ¡Tú eres Vincent!

-          ¡Vaya, pensé que nunca lo recordarías! Me he dejado el pelo un poco largo, pero sigue siendo igual de rojo que antes.

-          Mira, cabrón, lo siento… Yo sé que piensas que maté a esa niña, pero no fue así. Yo la quería…

-          ¡Por supuesto que la querías!, era tu juguete sexual, ¿no? ¡Mierda!, nunca comprendí como una chica tan hermosa como ella se pudo fijar en una escoria tan grande como tú.

-          ¡En serio! – Gritó Erick, mucho más desesperado – No la maté. Sé que parece que sí, pero no… ¡Yo nunca mataría a nadie!

-          ¿En serio?, ¡Vaya!, ¡qué gran malentendido!, lo siento tanto, Erick, te soltaré en seguida… – Dijo Vincent, con mucho sarcasmo y evitando reírse – Solo fue que nunca me pareció así, ¿sabes?

-          ¡Tienes que creerme!, ¡Nunca he matado a nadie en mi vida!

-          Me lo imagino, chico… Pero, por otro lado, me acuerdo perfectamente de cómo la tratabas ¿sabes?, o bueno, ¿Cómo era exactamente lo que le decías todos los días?, Era algo así como… “Mira, perra. Si no eres mía no eres de nadie y si te vas con alguien te mato”… Así era, ¿verdad?

-          ¡Yo era muy celoso!, ¡Lo siento!, ¡Pero te lo juro por Dios que no maté a esa chica!, ¡lo juro!

-          …Y también me acuerdo del funeral, chico… Yo estaba ahí, aguantándome las lágrimas porque ella me hizo jurarle que jamás lloraría por ella… Pero cuando el campeón de Erick Mauricio apareció y se me acercó, lo vi sonriendo de oreja a oreja y me susurró al oído, “Ahora es toda tuya, perdedor… disfrútala”

-          ¡Solo me hacía el cabronazo!, ¡Yo no la maté, te lo juro por mis padres!, ¡Te lo juro por mi madre!... ¡En serio!

-          ¿Por tus padres?... ¡Maldición!, ¿Qué tan divertido puede ser esto?

-          ¡Suéltame!, ¡No levantaré cargos, en serio, lo siento!

-          ¿Quieres que te diga algo, chico? Yo tengo mis motivos para matarte… No sé, mis amigos te odian, yo te odio, y desde el día que encontraron el cadáver de Clara en aquel callejón su espíritu me ha seguido a todas partes, rogándome que te lleve al infierno junto con ella… ¡Y todas las noches me cuenta sobre cuantas puñaladas le diste y cómo la violaste!… Pero tus padres, Erick... ¡Ellos se llevan el premio!, ¡Ellos sí que te detestan!

-          ¿D-de qué estás hablando?

-          ¿No es obvio, chico? ¡Todo fue una trampa! Tus padres pagaron todo este show y se aseguraron de comprar todo lo que necesito para joderte…

-          ¡Muérete! Mis padres me adoran… Eso no es posible… ¡No es malditamente posible!

-          ¿No es posible?... ¡Vamos, chico, piénsalo bien! Estas en un hotel en medio de la nada que no tiene ni un solo maldito guardia de seguridad, nadie tiene ni puta idea en dónde está ni cómo demonios se llama, pero al hablarle a un numero de prostitutas de lo más al azar del mundo, viene una chica y te responde “Si, claro, estaremos ahí en quince minutos”… ¡Por favor, chico, esas mierdas no pasan!, ¡Tienes que ser muy idiota para creer que esto no es una trampa!... ¿Pero sabes que es lo más divertido de esto? ¡La chica que te contestó era tu ex novia!, ¡Pensé que lo ibas a notar, pero eres tan tonto que ni pudiste reconocer la voz de la chica con la que estuviste por un año entero!... Ella también se quería vengar de ti, ¿sabes? Por lo de su hermano… Y tú, cabrón, caíste en su trampa como una maldita y asquerosa rata…

Vincent tomó la jeringa y la clavó en el corazón de Erick. Inyectó todo el líquido amarillo y pronto fue a buscar una especie de suero en la bolsa de herramientas. Palpó levemente el brazo de Erick para encontrar una vena, y con dificultad pudo poner el suero a correr en el cuerpo de su víctima. Luego, Vincent tomó uno de sus extraños cigarrillos rojos y empezó a fumar...

…La situación se ponía cada vez peor…

-          ¿Qué es esto?, ¿Qué me vas a hacer? – Gritaba Erick, estremeciéndose del pánico.

-          Lo que te puse en el corazón y el suero que tienes ahora es lo que me asegura que vas a estar vivo cuando termine de encerrarte en una caja.

-          ¿Cómo así?, ¡Qué demonios vas a hacer!

-          Bueno, chico, tengo excelentes noticias… No te voy a matar, pero definitivamente te dejaré tan útil como un ladrillo…

-          ¿Cómo así?, ¿Cómo que me vas a encerrar en una caja?, ¡Suéltame, maldito psicópata!, ¡Ayúdenme!, ¡Alguien, ayúdeme!

-          ¿Acaso no puedes pensar afuera de la caja, chico? – Dijo Vincent en tono burlesco – Lo que voy a hacer es simple… Primero, te sacaré los ojos de la manera más dolorosa posible, segundo, te reventaré los tímpanos con unos hermosos clavos que tus padres facilitaron,  luego, te cortaré la lengua con el suficiente cuidado para que no mueras desangrado, y al final, terminaré por arrancarte las manos y los pies… ¿Me entiendes? No hablaras, ni oirás, ni veras, ni caminaras ni tocarás… ¡Estarás vivo, encerrado en una puta caja!

-          ¡Estás enfermo!, ¡Malditamente enfermo!... ¡Ayúdenme!, ¡Alguien, por favor!

-          Déjame empezar… No te vayas a mover...

Vincent introdujo lentamente sus dedos en el ojo derecho de Erick, asegurándose de apretar poco a poco el ojo con la intención de hacerlo explotar… Y cuando la sangre finalmente empezó a fluir, Vincent procedió a sacarlo lentamente, con cierto placer enfermizo en el proceso…

“Esto es divertido, chico” – Susurró Vincent.

…Pero, de pronto, la mucama entró a la habitación. Al ver al hombre que le daba tanto dinero por su cuerpo en plena fase de tortura y escuchar sus gritos de auxilio, salió corriendo en pánico y gritó que llamaran a la policía. Vincent se quedó sorprendido al ver que su plan se iba a la basura instantáneamente. Erick, a pesar del dolor, empezó a reírse.

-          No lo tenías planeado, ¿verdad, aborto viviente?... Pronto tu trasero se irá a la cárcel y le vas a servir de putita a muchos por ahí, ¡perra!…

-          ¡Mierda! – Gritó Vincent – Tienes razón, no lo tenía planeado así… Pero, para desgracia tuya, tengo un plan B.

-          ¿Plan B?, ¿Qué demonios es el plan B?

-          Lo siento, chico, pero te vas a tener que morir…

Vincent tomó la botella de plástico y empezó a rociar todo el líquido sobre el cuerpo de Erick. Tomó su encendedor y le mostró la flama a su rival. Erick lo miró, y comprendió que lo que estaba a punto de pasar no iba a ser nada placentero para él…

-          ¡Maldito hijo de perra!, ¡No te atrevas!

-          Adiós, chico. No fue ni un puto gusto conocerte, pero así es la vida, ¿no?

-          ¡No te atrevas, pedazo de mierda!, ¡Si me matas voy a esperar tu trasero en el infierno!, ¿oíste?, ¡Te voy a estar esperando! 

-          ¡Por supuesto!, Clara me estará esperando también… ¡Y tus padres!, mis amigos, los tuyos… Será malditamente divertido estar ahí, ¿no te parece?…

-          ¡No lo hagas, por favor!, ¡Yo no maté a esa chica!, ¡No lo hagas!...

-          Clara, mi amor… Esto es lo que querías que hiciera, ¿verdad? Aquí está mi regalo de cumpleaños, solo para ti…

-          ¡No, por favor!, ¡No lo hagas!... ¡Auxilio, va a matarme!, ¡Va a quemarme vivo!, ¡Auxilio!

-          ¡Hasta que la muerte nos reúna a todos, mi hermosa Clara! – Gritó, poniéndole la mordaza a Erick – Porque la vida siempre nos separa de los que amamos… ¡Pero la muerte siempre nos reúne a todos!

Vincent lanzó su encendedor. Vio como Erick se prendió en llamas muy lentamente y observó la manera peculiar en que el kerosene le destruía la piel, haciéndolo sufrir y gritar mucho más de lo que él esperaba… Y aunque el resultado fue tremendamente satisfactorio, esto simplemente no le importó. En sus ojos, en lugar de fuego y humo, lo único que él podía ver era a Clara, sonriéndole con mucho cariño y aplaudiéndole su gran hazaña, pensando que entre más dolor sentía Erick, más feliz estaba su amada en el infierno… Y eso…

...Eso lo hacía el hombre más feliz del mundo…

Cuando finalmente los agentes policiales y los bomberos lograron localizar el lugar, se encontraron con algo que realmente jamás esperaron…

Afuera de la habitación doscientos dos estaba aquel joven de cabello rojo, sentado en posición fetal y riéndose… Hablando con personas que no estaban ahí y gritándole al cadáver de Erick “Fue muy divertido, chico, ¿no te parece?”

“Para mí sí lo fue mi amor… ¡Gracias por todo!” Les pareció escuchar a una chica decir en el techo.

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