Erick definitivamente no era un tipo de fiar. Sus
acciones iban desde vender drogas hasta
asaltar a mano armada en los buses del transporte público, amenazando a
niños y ancianos por igual sin el menor temor o remordimiento humanamente
posible…
…Pero eso no era lo peor…
“¡Ni que fuera necesidad la
del infeliz!” – Decían sus conocidos – “Su familia tiene dinero y él siempre
fue muy educado de niño… Pero desde que se hizo adolescente, estar con él es
como jugar a la ruleta rusa con una metralleta llena de balas… Simplemente sabes que va a terminar mal”
Cualquiera diría que,
después de tantos años llevando una vida llena de delitos y felonías, la
policía se encargaría de atraparlo y meterlo a donde pertenece… Pero eso no era
un problema para él.
-
Su padre fue detective – Decía entre lágrimas
una de sus ex novias – No importa las cosas que haga o deshaga; Mientras sus
padres sigan contribuyendo a la policía y él se la lleve de niño bueno, jamás
van a haber pruebas en contra de él.
-
¿Y a ti que te hizo para que lo odies tanto?
– Preguntó Vincent, fumando un extraño cigarrillo rojo y sonriendo con toda la
amabilidad posible.
-
El muy perro metió a mi hermano a la cárcel…
¡Así, abrió la boca para ensuciarlo como si nunca hubieran sido amigos!... Y yo
estuve a punto de denunciarlo también ¿sabes?, por pura venganza, pero el muy
cobarde me amenazó con matarme a mí y a mi familia si hablaba.
-
Vaya mierda – Continuó Vincent, terminando su
cigarrillo y levantándose del sillón – Me tengo que ir.
-
¿Tan pronto? – Replicó la chica, levantándose
también y dándole un breve abrazo a Vincent – Me alegró verte otra vez, niño ¿A
dónde habías estado todo este tiempo?
-
Tú sabes, a donde el rock me lleva ahí voy.
-
¡Huy!, ¡La vida del famoso! – Dijo ella,
dándole un golpecito en el brazo y limpiándose las lágrimas – Pero mira… Ya no te sientas mal por lo
de tu mamá, ella está en un lugar mejor ahora.
-
Lo sé… No te preocupes, no es nada. Solo me
sentía mal porque no pude estar a tiempo para su funeral, eso es todo…
-
Pero no fue tu culpa… Tenías trabajo. Además,
desde el cielo ella te debe estar viendo y sé que se siente orgullosa de tener
un hijo como tú.
-
Sí… supongo que sí. Cuídate, loca. Nos vemos
luego.
-
¡Claro! Aquí te espero, niño…
Vincent se retiró, sonriendo
y con un sentimiento de logro inmenso.
Su amiga nunca se imaginó que el plan de aquel chico que conocía desde la
infancia era tan… bizarro.
Los días pasaron con rapidez
y el infame Erick se vio en un problema que jamás imaginó…
-
Hijo, debes irte – Le dijo su padre, con
mucha frialdad.
-
¿Irme, yo? – Repuso Erick, riéndose de la
situación – ¡Estás loco, viejo! Si quieres vete tú, pero esta ciudad es mía y
yo hago lo que se me da la gana.
-
Ya no es así, Erick – Continuó su padre – Mis
amigos están hartos de recibir tantas denuncias de tu comportamiento y ya no
pueden seguirte cubriendo.
-
¿Cómo así?, ¿Me estás diciendo que me vas a
dejar morir, maldito perro decrépito? – Gritó Erick, tomando a su padre del
cuello y apretándolo con fuerza.
-
Hijo… Suéltame… Déjame… Explicarte…
-
¡Habla entonces! – Volvió a gritar,
soltándolo – ¿Qué pasó?
-
¡La situación escaló de nivel! – Respondió su
padre, desesperado – Las denuncias llegaron a oídos del jefe de estado y él
mismo firmó una orden de arresto. Mis amigos temen perder sus trabajos si te
siguen ayudando… Lo siento, hijo, no pensé que esto llegaría tan lejos.
-
¡Mierda!, esto es ridículo... ¡Ridículo! –
Continuó Erick, acoplándose a la idea de no hay otra salida viable y sabiendo
que le convenía más tomar las cosas con calma –
Bueno, ni modo… ¿Ya me tienes un lugar donde esconderme, verdad?
-
¡Por supuesto, hijito! En un hotel en las
afueras de la ciudad. Puedes quedarte ahí unos meses mientras se calman las
cosas y luego podrás regresar.
-
Gracias, viejo... Siempre piensas en lo mejor
para los dos…
Erick le hizo una seña con
la mano, guiñó el ojo y confirmó la
dirección del hotel. Su padre, aterrado por el comportamiento de su hijo e
indignado por la situación, le pidió un segundo para asegurarse que la habitación estaba lista, tomando el teléfono
con autonomía y marcando un número rápidamente.
-
¡Apresúrate, viejo! – Le gritó Erick.
-
Dame un segundo, hijo, ya casi – Respondió,
poniendo el teléfono en su oreja para escuchar – ¡Hola! Sí, soy yo… ¿Está todo
listo? Perfecto. En unas horas estará ahí – El papá colgó el teléfono y
continuó hablándole a su hijo – Bien, puedes irte. Toma las llaves de mi auto y
no te metas en más problemas, ¿está bien?
-
Tú no me dices que hacer, momia – Repuso
Erick, agarrando las llaves y saliendo de la casa.
Por un segundo, las cosas
parecían estar bien. El hotel estaba lo
suficientemente lejos como para despistar a cualquiera y la policía pronto se
aburriría de buscar a un criminal de tan baja categoría. Los meses pasarían
rápido, las facilidades incluían tres tiempos de comida en el precio y lo único
que Erick tenía que hacer era esperar…
…Pero eso era algo que aquel
muchacho infame no podía hacer…
Al pasar dos semanas, las
reservas de droga se le habían agotado por completo. Su aburrimiento había
llegado a un grado casi depresivo y las ideas suicidas estaban empezando a
tomar un lugar especial en su mente a la misma velocidad que la abstinencia se
tomaba su cuerpo. La televisión con novecientos canales ya no lo complacía. La
mucama que pagaba de vez en cuando para “desahogarse” se había vuelto monótona.
Su desesperación había llegado a un grado tan insoportable que Erick ya no
sabía qué hacer. Tomó el teléfono de su habitación e hizo su movimiento de
suprema emergencia… Marcó el número con rapidez, pensando si era lo correcto
con cada sonido de espera telefónica. Sus manos temblaban, pero cuando escuchó
que contestaron, supo que no había vuelta atrás…
-
¿Hola, mamá? – Dijo Erick, muy avergonzado.
-
¡Hola, mi bebecito! – Respondió su madre, con
mucho cariño – Me alegra mucho escucharte. ¿Está todo bien, mi tarrito de
miel?
-
No mucho, mamita… Estoy aburrido y algo
triste. ¿Ya falta poco para que pueda volver?
-
Sí, mi amor. Unas cuantas semanas y esos
hombres malos dejaran de molestarte…
-
Pero – Interrumpió – No sé si voy a
poder aguantas unas semanas más…
-
Si, osito, te comprendo… Pero debemos
esperarnos unos días más. Nosotros te avisaremos cuando podrás salir de ahí,
¿está bien?
-
Está bien, mamá, gracias, pero… ¿Será que me
pueden enviar un poco de mi “medicina”? Ya no tengo nada para pasar el rato.
-
Lo siento, corazón, no puedo enviarte nada…
Nos están investigando ahora mismo y tenemos suerte que tu padre haya
convencido a uno de sus amigos para que no interceptaran el teléfono. Si hago
eso te van a atrapar.
-
¡Pero estoy aburrido! – Gritó Erick – ¿Hay
algo que puedas hacer por mí?
-
Bueno, muñequito, ¿ya intentaste pasártela
bien con alguna mucama del hotel?
-
Sí... ¡Pero es que ya me tiene aburrido
también! Eso de tener a la misma mujer todas las noches no es para mí y lo
sabes…
-
Bueno, si necesitas un poco de “variedad”
puedo darte un número telefónico… Las muchachitas son muy discretas, así que no
tendrás problemas.
-
¡Pero no quiero gastar más dinero! – Repuso
Erick.
- ¡No te preocupes, mi príncipe! Yo pagare las
cuentas. Elige a las muchachas que quieras y diviértete.
-
¡Gracias, mami, tu siempre piensas en todo! –
Respondió Erick, muy contento.
Su madre le dio el número y
él no tardó ni dos segundos en colgar y llamarlo. Cuando la señorita contestó
con voz sensual, fue interrumpida por una orden muy específica:
-
¡Quiero tres mujeres! Quiero una morena, una
rubia y una pelirroja… ¡Las quiero en lencería negra y las quiero ya!
-
¡Perfecto! – Respondió la muchacha, con una
voz sensualmente familiar – ¿A dónde podemos encontrarlo?
-
Estoy en la habitación doscientos dos del
hotel La Nifla Nata Memphis, en las afueras de la capital.
-
Sí, conocemos ese hotel… Y dime, guapo ¿A
quién tendremos el placer de complacer esta noche?
-
¡Me llamo Erick Mauricio Ojed Neptuno!,
¿escuchó?, ¡Erick Mauricio Ojed Neptuno!, ¡Ahora deje de joderme y envíeme esas
putas!
-
¡Por supuesto! Estarán ahí en quince minutos.
¡Disfrútelas, guapo!
Erick colgó. Esperó quince
minutos exactos y escuchó que tocaron la puerta. Se lanzó de la cama y corrió a
abrirles… Pero lo que vio no era lo que imaginaba…
¡Era mejor!
Las muchachas eran
increíblemente hermosas. Las tres se quitaron sus largas gabardinas al mismo
tiempo para mostrarle la provocativa lencería que él había solicitado,
acompañadas con medias y un bolso lleno de “juguetes” para “cualquier juego que
a él se le ocurriera”.
Erick se le aventó a la
pelirroja como un león. Las tres se rieron y la rubia pronto abrió la maleta
para sacar unas cuerdas y un vendaje negro. La pelirroja detuvo al hombre y lo
tiró a la cama, haciéndole señas para que se relajara y disfrutara un show que
jamás olvidaría. Las otras dos chicas lo amarraron al respaldo de la cama y
pronto le empezaron a vendar los ojos, quitándole la ropa lentamente y
acariciándolo con pasión…
“¡A mí no me gusta que me
amarren, perras!” – Dijo Erick – “Pero que quede claro que lo hago porque estoy
muy aburrido”
“No se preocupe de nada,
papacito… Nosotras lo vamos a tratar como un rey” Dijo una de las chicas.
Erick sintió cómo, al
tenerlo totalmente desnudo y ciego, le amarraron los pies también. Por algún
motivo la idea de no saber lo que iba a pasar a continuación le excitaba más de
lo que esperaba. Unos cuantos segundos pasaron en suspenso hasta que sintió
como un cuchillo le cortaba las vendas de los ojos…
“Que buen juego” – Pensó…
Pero lo que vio esta vez no
fue nada placentero.
-
¿Quién… quien putas eres?, ¿Qué están
haciendo aquí, a donde están las chicas?, ¡Sal de aquí, maricón de mierda! –
Gritó Erick.
-
¿Por qué no me sacas tú de aquí, cabrón? –
Respondió el hombre que tenía frente a él.
Erick intentó moverse… Pero
ninguna de las cuerdas cedió a su fuerza. Su desesperación subió al ver cómo el
hombre se acercaba a la maleta que habían llevado las chicas y sacaba una
sierra, una botella muy grande de plástico llena de “algo”, una inyección
bastante gruesa llena de un líquido amarillo y una mordaza roja propia del
sadomasoquismo…
…Las cosas no iban bien…
-
¡Esas putas me lo van a pagar! – Gritó Erick
con fuerza – ¡Ayuda!, ¡Ayuda!
-
Esas putas son mis amigas – Respondió el
hombre, sonriendo con cierto descaro – Y no creo que te vayan a pagar una
mierda, chico…
-
¡Ayúdenme!, ¡Un loco me tiene atado!,
¡Ayuda!, ¡Llamen a la policía!, ¡Ayuda!
-
¡Cállate, cerdo!, ¿No te has dado cuenta que
las paredes son más gruesas que un maldito tren?, ¡Nadie puede escucharte!, ¡Y
si te escuchan no dan una mierda por ti!... ¿Nos entendemos mejor ahora, chico?
Erick
comprendió que no tenía escape. Empezó a llorar e intentó soltarse una vez más,
sin éxito. Al rendirse y dar pie a la idea que su muerte era inminente,
procedió a hacer las preguntas típicas de una víctima en plena ejecución…
-
¿Por qué?... ¿Qué quieres?, ¿Qué demonios
quieres de mí?
-
Por qué es una pregunta estúpida – Respondió
el tipo – Ahora, lo que quiero es… Complicado.
-
¡No me jodas!, ¿Qué quieres?
-
Mira, yo tenía una amiga cuando era niño… Y
me encantaba. Pasábamos juntos todo el tiempo y hablábamos de muchas cosas
porque los dos éramos muy… ¿sarcásticos? No sé si sabes de lo que hablo.
-
¡No sé de qué demonios me estás hablando y
nada me puede importar menos!, ¡Estás loco!
-
No, no… Sé que lo sabes. ¿Recuerdas a Clara?,
¿Clara Asomrehal?
Erick lo recordó al
instante. Vio al tipo una vez más y descubrió que, detrás de ese abrigo blanco
y cabello largo, se escondía alguien de su pasado que nunca en su vida esperó
volver a ver…
-
¡Mierda!, ¡Tú eres ese chico! El que le
decían derrame cerebral… ¡Vincent!, ¡Tú eres Vincent!
-
¡Vaya, pensé que nunca lo recordarías! Me he
dejado el pelo un poco largo, pero sigue siendo igual de rojo que antes.
-
Mira, cabrón, lo siento… Yo sé que piensas
que maté a esa niña, pero no fue así. Yo la quería…
-
¡Por supuesto que la querías!, era tu juguete
sexual, ¿no? ¡Mierda!, nunca comprendí como una chica tan hermosa como ella se
pudo fijar en una escoria tan grande como tú.
-
¡En serio! – Gritó Erick, mucho más desesperado
– No la maté. Sé que parece que sí, pero no… ¡Yo nunca mataría a nadie!
-
¿En serio?, ¡Vaya!, ¡qué gran malentendido!,
lo siento tanto, Erick, te soltaré en seguida… – Dijo Vincent, con mucho
sarcasmo y evitando reírse – Solo fue que nunca me pareció así, ¿sabes?
-
¡Tienes que creerme!, ¡Nunca he matado a
nadie en mi vida!
-
Me lo imagino, chico… Pero, por otro lado, me
acuerdo perfectamente de cómo la tratabas ¿sabes?, o bueno, ¿Cómo era
exactamente lo que le decías todos los días?, Era algo así como… “Mira, perra.
Si no eres mía no eres de nadie y si te vas con alguien te mato”… Así era,
¿verdad?
-
¡Yo era muy celoso!, ¡Lo siento!, ¡Pero te lo
juro por Dios que no maté a esa chica!, ¡lo juro!
-
…Y también me acuerdo del funeral, chico… Yo
estaba ahí, aguantándome las lágrimas porque ella me hizo jurarle que jamás
lloraría por ella… Pero cuando el campeón de Erick Mauricio apareció y se me
acercó, lo vi sonriendo de oreja a oreja y me susurró al oído, “Ahora es toda
tuya, perdedor… disfrútala”
-
¡Solo me hacía el cabronazo!, ¡Yo no la maté,
te lo juro por mis padres!, ¡Te lo juro por mi madre!... ¡En serio!
-
¿Por tus padres?... ¡Maldición!, ¿Qué tan
divertido puede ser esto?
-
¡Suéltame!, ¡No levantaré cargos, en serio,
lo siento!
-
¿Quieres que te diga algo, chico? Yo tengo
mis motivos para matarte… No sé, mis amigos te odian, yo te odio, y desde el
día que encontraron el cadáver de Clara en aquel callejón su espíritu me ha
seguido a todas partes, rogándome que te lleve al infierno junto con ella… ¡Y
todas las noches me cuenta sobre cuantas puñaladas le diste y cómo la
violaste!… Pero tus padres, Erick... ¡Ellos se llevan el premio!, ¡Ellos sí que
te detestan!
-
¿D-de qué estás hablando?
-
¿No es obvio, chico? ¡Todo fue una trampa!
Tus padres pagaron todo este show y se aseguraron de comprar todo lo que
necesito para joderte…
-
¡Muérete! Mis padres me adoran… Eso no es
posible… ¡No es malditamente posible!
-
¿No es posible?... ¡Vamos, chico, piénsalo
bien! Estas en un hotel en medio de la nada que no tiene ni un solo maldito
guardia de seguridad, nadie tiene ni puta idea en dónde está ni cómo demonios
se llama, pero al hablarle a un numero de prostitutas de lo más al azar del
mundo, viene una chica y te responde “Si, claro, estaremos ahí en quince
minutos”… ¡Por favor, chico, esas mierdas no pasan!, ¡Tienes que ser muy idiota
para creer que esto no es una trampa!... ¿Pero sabes que es lo más divertido de
esto? ¡La chica que te contestó era tu ex novia!, ¡Pensé que lo ibas a notar,
pero eres tan tonto que ni pudiste reconocer la voz de la chica con la que
estuviste por un año entero!... Ella también se quería vengar de ti, ¿sabes?
Por lo de su hermano… Y tú, cabrón, caíste en su trampa como una maldita y
asquerosa rata…
Vincent
tomó la jeringa y la clavó en el corazón de Erick. Inyectó todo el líquido
amarillo y pronto fue a buscar una especie de suero en la bolsa de
herramientas. Palpó levemente el brazo de Erick para encontrar una vena, y con
dificultad pudo poner el suero a correr en el cuerpo de su víctima. Luego, Vincent
tomó uno de sus extraños cigarrillos rojos y empezó a fumar...
…La
situación se ponía cada vez peor…
-
¿Qué es esto?, ¿Qué me vas a hacer? – Gritaba
Erick, estremeciéndose del pánico.
-
Lo que te puse en el corazón y el suero que
tienes ahora es lo que me asegura que vas a estar vivo cuando termine de
encerrarte en una caja.
-
¿Cómo así?, ¡Qué demonios vas a hacer!
-
Bueno, chico, tengo excelentes noticias… No
te voy a matar, pero definitivamente te dejaré tan útil como un ladrillo…
-
¿Cómo así?, ¿Cómo que me vas a encerrar en
una caja?, ¡Suéltame, maldito psicópata!, ¡Ayúdenme!, ¡Alguien, ayúdeme!
-
¿Acaso no puedes pensar afuera de la caja,
chico? – Dijo Vincent en tono burlesco – Lo que voy a hacer es simple… Primero,
te sacaré los ojos de la manera más dolorosa posible, segundo, te reventaré los
tímpanos con unos hermosos clavos que tus padres facilitaron, luego, te cortaré la lengua con el suficiente
cuidado para que no mueras desangrado, y al final, terminaré por arrancarte las
manos y los pies… ¿Me entiendes? No hablaras, ni oirás, ni veras, ni caminaras
ni tocarás… ¡Estarás vivo, encerrado en una puta caja!
-
¡Estás enfermo!, ¡Malditamente enfermo!...
¡Ayúdenme!, ¡Alguien, por favor!
-
Déjame empezar… No te vayas a mover...
Vincent
introdujo lentamente sus dedos en el ojo derecho de Erick, asegurándose de
apretar poco a poco el ojo con la intención de hacerlo explotar… Y cuando la
sangre finalmente empezó a fluir, Vincent procedió a sacarlo lentamente, con
cierto placer enfermizo en el proceso…
“Esto
es divertido, chico” – Susurró Vincent.
…Pero,
de pronto, la mucama entró a la habitación. Al ver al hombre que le daba tanto
dinero por su cuerpo en plena fase de tortura y escuchar sus gritos de auxilio,
salió corriendo en pánico y gritó que llamaran a la policía. Vincent se quedó
sorprendido al ver que su plan se iba a la basura instantáneamente. Erick, a
pesar del dolor, empezó a reírse.
-
No lo tenías planeado, ¿verdad, aborto
viviente?... Pronto tu trasero se irá a la cárcel y le vas a servir de putita a
muchos por ahí, ¡perra!…
-
¡Mierda! – Gritó Vincent – Tienes razón, no
lo tenía planeado así… Pero, para desgracia tuya, tengo un plan B.
-
¿Plan B?, ¿Qué demonios es el plan B?
-
Lo siento, chico, pero te vas a tener que
morir…
Vincent
tomó la botella de plástico y empezó a rociar todo el líquido sobre el cuerpo
de Erick. Tomó su encendedor y le mostró la flama a su rival. Erick lo miró, y
comprendió que lo que estaba a punto de pasar no iba a ser nada placentero para
él…
-
¡Maldito hijo de perra!, ¡No te atrevas!
-
Adiós, chico. No fue ni un puto gusto
conocerte, pero así es la vida, ¿no?
-
¡No te atrevas, pedazo de mierda!, ¡Si me
matas voy a esperar tu trasero en el infierno!, ¿oíste?, ¡Te voy a estar
esperando!
-
¡Por supuesto!, Clara me estará esperando
también… ¡Y tus padres!, mis amigos, los tuyos… Será malditamente divertido
estar ahí, ¿no te parece?…
-
¡No lo hagas, por favor!, ¡Yo no maté a esa
chica!, ¡No lo hagas!...
-
Clara, mi amor… Esto es lo que querías que
hiciera, ¿verdad? Aquí está mi regalo de cumpleaños, solo para ti…
-
¡No, por favor!, ¡No lo hagas!... ¡Auxilio,
va a matarme!, ¡Va a quemarme vivo!, ¡Auxilio!
-
¡Hasta que la muerte nos reúna a todos, mi
hermosa Clara! – Gritó, poniéndole la mordaza a Erick – Porque la vida siempre
nos separa de los que amamos… ¡Pero la muerte siempre nos reúne a todos!
Vincent
lanzó su encendedor. Vio como Erick se prendió en llamas muy lentamente y
observó la manera peculiar en que el kerosene le destruía la piel, haciéndolo
sufrir y gritar mucho más de lo que él esperaba… Y aunque el resultado fue
tremendamente satisfactorio, esto simplemente no le importó. En sus ojos, en
lugar de fuego y humo, lo único que él podía ver era a Clara, sonriéndole con
mucho cariño y aplaudiéndole su gran hazaña, pensando que entre más dolor
sentía Erick, más feliz estaba su amada en el infierno… Y eso…
...Eso
lo hacía el hombre más feliz del mundo…
Cuando
finalmente los agentes policiales y los bomberos lograron localizar el lugar,
se encontraron con algo que realmente jamás esperaron…
Afuera
de la habitación doscientos dos estaba aquel joven de cabello rojo, sentado en
posición fetal y riéndose… Hablando con personas que no estaban ahí y
gritándole al cadáver de Erick “Fue muy divertido, chico, ¿no te parece?”
“Para
mí sí lo fue mi amor… ¡Gracias por todo!” Les pareció escuchar a una chica
decir en el techo.
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