jueves, 9 de enero de 2014

Un hermoso jardín.


UN HERMOSO JARDÍN

Era, nuevamente, un reportaje de segunda mano para Miguel. Como siempre sucedía en su corta carrera como periodista, tenía la desdicha de entrevistar a otra persona local por un motivo poco interesante… Sin embargo – Si es que esto lo hace menos aburrido – Este nuevo reportaje tenía un pequeño toque místico y peculiar, ya que su objetivo, sorpresivamente, iba más allá de obtener simple información frívola sobre los gustos y opiniones generales de la entrevistada; se trataba, más bien, de desenmascarar la verdad detrás de un mito urbano… El nuevo jardín de edén.

La persona a entrevistar era Laura Bolnav, una entrañable mujer cuyos bienes y fortunas se basaban en la venta de flores y uno que otro cuadro ostentoso. Sus gustos y excentricidades eran muy conocidos por sus vecinos cercanos, provocando un sinfín de rumores en la comunidad sobre un posible pacto con el diablo que no hacía más que resaltar la dulce pero extraña personalidad de la dama. Sin embargo, lo que realmente hacía notable su presencia en el mundo a pesar de ser una escueta madre de clase media, era una belleza inimaginable que  la caracterizaba a sus treinta y cinco años de edad. Por algún motivo, ella era una mujer inagotable dotada de mucho positivismo, elegancia, belleza y afán por cuidar a sus hijas, además de tener una fascinación irreverente con el cultivo de flores, plantas y por la agricultura... Lo cual es un hecho casi surrealista a estas alturas del siglo, pero al fin y al cabo, un hecho real…
 
Miguel cruzó la puerta de la casa a la primera invitación de Laura, y pasando un largo pasillo hasta llegar a la sala, se sentó en un cómodo sillón de terciopelo blanco y esperó con impaciencia la llegada de la dama Bolnav. Cuando al fin llegó, Miguel se levantó con prontitud e intentó estrechar su mano, pero antes de que pudiese decir siquiera un saludo, la dama lo interrumpió enérgicamente diciendo:
 
-    Sé muy bien porqué está aquí… Y no, no pienso revelarle el secreto de mi jardín hasta que tengamos una formidable conversación. Tengo mucho de qué hablar y se ve que usted tiene mucha paciencia para escuchar a una dama.
 
-    Como usted guste, señora Bolnav –Dijo Miguel rápidamente.
 
-    Señorita – Sonrió – Que me digan señora me hace sentir vieja.
 
Entonces, ambos empezaron a caminar juntos alrededor de la casa.
 
A pesar de la considerable falta de tacto al hablar, el carisma de Laura era increíble, casi infalible cuando se trataba de hombres. Miguel trató de ocultar su desconcierto al analizar la situación, pero no pudo bloquear ese pensamiento inevitable… La mujer parecía tener unos dieciocho años... Veintiuno, exagerando.
 
Al cabo de un rato, ambos llegaron a un corredor lleno de pinturas extrañas que incluían una que otra fotografía antigua y gigantesca. La doña empezó a relatar la historia de cada obra, una por una, mientras Miguel fijaba su atención solamente a las fotografías. De repente, el periodista descubrió un detalle macabro detrás de todas esas obras, y al llegar a una fotografía que rayaba en lo repugnante, Miguel no pudo contener su comentario por más tiempo:
 
-    Estos cuadros… Todos son de aquel pintor ¿cierto? – Dijo Miguel, horrorizado en cierto modo.
 
-    Sí, todos son de él. Me encantan sus obras, todas ellas... – Respondió a dama Bolnav, sonriendo. 

-    Incluso la flor de carne, como puedo observar – Interrumpió Miguel, señalando la fotografía.
 
-    La última flor  – Corrigió Laura – Una obra inspirada en el amor hacia su esposa.
 
-    Hecha con partes humanas, para la cual destazó y desmembró a una buena cantidad de sus amigos más cercanos, según tengo entendido.
 
-    Y según usted tiene entendido, ¿existe alguna muestra más grande de amor en este mundo? – Repuso la dama, aún sonriendo.
 
Miguel quedó consternado. Recordó una frase de cierto pintor extravagante, y decidió seguir con el recorrido, tratando de no causar más conflictos que le costaran su carrera y definiendo las acciones de la dama como excéntricas, sin tomarlo como algo personal.
De pronto, la conversación se convirtió en una rutina monótona, consistente en la simple aceptación de Miguel a todo lo que Laura decía, como si su trabajo fuese únicamente alabarla y enaltecerla. La dama, al notar el aburrimiento de Miguel, decidió llevarlo finalmente al jardín, el cual rápidamente despertó la atención del periodista y lo hizo hasta temblar.
 
-    ¡Nunca había visto un jardín tan hermoso! – Exclamó Miguel.
 
-    Y lo llevaré a dar una vuelta por todo el lugar si me acepta la invitación a un buen trago de whisky – Dijo Laura, dándole un golpecito en la espalda al joven periodista.
 
-    Es una propuesta que no puedo rechazar – Respondió Miguel, sonriendo.
Ambos caminaron por el increíble jardín, observando la variedad de flores que contenía y bebiendo uno que otro trago de vez en cuando. Después de haber recorrido todo el extraño jardín y tomar toda la botella, la conversación cambió su tono profesional a uno de completa confianza, y los temas se desviaron a las vivencias de cada uno de ellos. Miguel habló de varias irreverencias, pero al fin, terminó soltando sus experiencias amorosas pasadas, historias tristes en las que el pobrecillo siempre terminaba llorando un terrible desengaño.
 
-    Oh, pobre muchacho – Exclamó Laura, exagerando su compasión – Se ve que te han roto el corazón muchas veces.
 
-    Sí, así es, señorita. He sufrido mucho en este mundo por querer más de la cuenta. Pero qué puedo decir, así es el amor.
 
-    Sí, así es el amor…
 
Miguel sacó un cigarrillo mientras la dama lo observaba con cierto interés y lo consolaba, jugando con su cabello con mucho cariño y total delicadeza. Poco a poco y mientras ambos se sentaban en la grama, Laura acariciaba a Miguel, quien terminó recostado sobre las rodillas de la dama y se fue adentrando lentamente en la inconsciencia del sueño. Ella le susurraba muchas cosas agradables al oído, hasta que, de un momento a otro, terminó diciéndole una frase poco común. 
 
-    Tranquilo, muchacho, tranquilo. Eres un buen hombre, uno de los últimos que quedan en este horrible mundo. Duérmete tranquilo, pronto descansaras en paz…
Cuando Miguel escuchó esas últimas tres palabras, ya era muy tarde como para hacer algo. 
Despertó, amarrado en el desayunador de la cocina, totalmente desnudo y cubierto de algo que parecía ser aceite. Luego, luchó, se orinó, casi arranca sus brazos y piernas e hizo de todo lo que pudo para liberarse, pero no tuvo éxito. La señorita Bolnav  apareció algunos minutos después, junto a una de sus hijas, ambas vestidas con vestidos floreados y delantales amarillos. Miguel, horrorizado, y gritó una increíble cantidad de blasfemias y se detuvo cuando vio a Laura tomar un gran cuchillo. Al final, dándose cuenta que ninguna de sus acciones lo salvaría de la muerte, se ahogó en llanto y sustituyó su furia por pánico, preguntando una y otra vez:
 
-    ¿Por qué?… ¿Por qué me hace esto?
 
-    Mi esposo – Dijo la dama, con cierto tono de tristeza – Era un buen hombre, uno de excelentes sentimientos y gran corazón. No sé si lo entiendes… Él me hizo una hermosa flor que yo no pude apreciar, y cuando lo mataron en prisión me dejó mucho dinero...
La señorita Bolnav puso el cuchillo en el cuello de Miguel, y mientas su hija le ponía cinta aislante en la boca, Laura terminó por decir:
 
-    No me quiero aprovechar de su dinero, así que tengo un negocio yo misma... ¡Vendo flores!, las más hermosas del mundo. Así muestro aprecio por la flor que él me regaló, y ustedes... Bueno, las personas son una maravillosa fuente de abono, y me ahorran mucho dinero carne molida.
 
No pasaron ni cinco minutos cuando la señorita Bolnav ya tenía el corazón de Miguel en las manos, crudo y listo para ser despedazado y comido. Se lo dio a su hija, y con una maternal sonrisa le señaló el fregadero, susurrándole al oído: "Amor, ve a lavarte las manos y llama a tus hermanas, necesito que me ayuden a cocinar"

miércoles, 8 de enero de 2014

Ese raro síndrome de Estocolmo




Celeste era definitivamente una muchacha única en el mundo. Su hermoso cabello largo junto con sus despampanantes ojos azules la hacían una persona muy difícil de ignorar que, a pesar de robarse la mirada de todos los hombres y los celos de muchas mujeres, su dulce pero insensata inocencia la hacía ignorar por completo los motivos detrás de tanta atención. Sin embargo, a este punto de su vida, Celeste ya tenía un poco más de conocimiento sobre lo crueles y despiadadas que pueden llegar a ser las personas embriagadas en lujuria…Y si de algo estaba segura, era de que su implacable belleza, en lugar de ser una virtud, se había convertido en un peligro total para su vida...

"At midnight in the month of June, I stand beneath the mystic moon" – Le pareció escuchar decir a una canción, muy a lo lejos.

Sus ojos giraban alrededor de la habitación mientras intentaba recordar lo que le había sucedido. La violación de aquellos monstruos, la traición de Tomás y el disparo aún estaban muy vívidos en su memoria… Pero definitivamente había algo más. Su mente recordaba un hombre... Una máscara… 

Al entrar un poco en razón, descubrió que la extraña habitación de paredes negras y grandes espejos no era la suya... Por si fuera poco, su mano derecha estaba esposada al elegante respaldo que acompañaba a la gigantesca cama. Pronto, la idea de que su pesadilla se repetiría una vez más empezó a ganar la batalla por su cordura hasta que, poniendo un poco más de atención, notó al extraño hombre de traje oscuro que se encontró al salir de la bolsa, sentado en un sillón carmesí justo en la esquina de la habitación, mirándola inmutable y fijamente a través de su tenebrosa máscara antigás...

- ¿Dónde estoy? – Preguntó Celeste, aún mareada por la anestesia.

- En un lugar seguro – Respondió el hombre, con mucha indiferencia y sin moverse ni un centímetro – Tal vez no es el más elegante del mundo, pero aquí estarás bien.

- Estoy amarrada – Exclamó Celeste – Eso no me es la impresión de que voy a estar bien...

- Lo cual es totalmente razonable y evidente – Interrumpió el hombre – Sin embargo, debes entender que estás en un lugar ignoto con un personaje poco común. Desconociendo tu reacción y temiendo que un movimiento brusco lastimaría tu herida, decidí que lo ideal era usar esas esposas... Me disculpo con toda sinceridad por los inconvenientes.

- Claro, eso lo explica todo – Repuso ella, recalcando la ironía con su tono de voz – Pero bueno, ahora que ya vio que no le he hecho un alboroto y que sabe que estoy bien, ¿me puede dejar ir? Debo levantar una denuncia y avisarle a mi papá lo que pasó...

- Me temo que eso no será posible – Aseveró el hombre, con mucha seriedad – Tu padre está muerto, y si vas a la policía seguramente te matarán también...

Celeste se paralizó por unos segundos. Luego, empezó a llorar. Sintió que su vida había dado un giro demasiado surrealista y que, si ese hombre realmente decía la verdad, ella simplemente no podría soportarlo… Y menos sin su padre. Las lágrimas se convirtieron en furia y ella empezó a gritar:   

- Eso no puede ser. ¡Déjeme ir!, ¡Déjeme ir, desgraciado!

- Comprendo tu desconfianza y lamento mucho lo ha sucedido – Respondió el hombre, aún inmutable – De hecho, quiero darte mis condolencias por adelantado y te aseguro que ya estoy trabajando en darle un funeral digno… Sin embargo, el hecho se explica a partir del conocimiento que uno de los hombres que te compró la noche de la violación es un jefe de policía, el otro es un político y los demás también son bastante poderosos... Definitivamente fuiste asaltada por las entidades casi intocables de esta ciudad.

- Sí, claro – Repuso Celeste, aun incrédula – ¿Y cómo sabe eso?, ¿Usted lo mató, o es que también es uno de esos hombres asquerosos?

- Por fortuna para ti, ninguna de esas suposiciones es correcta. Resulta que, al encontrarte accidentalmente en tan deplorable situación, además de curarte me decidí por investigar un poco sobre tu procedencia... Encontré la dirección de tu hogar y me aventuré a visitarla esa misma noche para avisarle a quien fuera que estás bien... Cuando finalmente llegué, la puerta estaba abierta y este tipo estaba cortándole la garganta a tu padre. Tengo las billeteras de ambos si dudas de mis palabras. Descubrí que el asesino era una especie de narcotraficante y le saqué mucha más información sobre ti y lo que había pasado... Me explicó con detalles quienes habían sido, a lo que cada uno se dedicaba, como tu novio te había vendido, el video que grabaron, cuanto pagaron por ti... ¡Y ahora estoy haciendo un rico guisado con el cerebro de ese hombre!

Un minuto de silencio acompañó aquella horrible afirmación. Celeste se paralizó al pensar que estaba frente al personaje más enfermo y psicópata que jamás conocería en su vida. Maldijo su suerte al ver que no se podía liberar de este tipo de personas. El hombre de la máscara se levantó del sillón, se acercó a Celeste y observándola como un doctor a su paciente, continuó:

- Me sorprende que a este punto de la conversación no me hayas preguntado quien soy... Sin embargo, estoy seguro que te debes imaginar que soy una especie de psicópata o caníbal, lo cual no está muy lejos de la realidad, pero... Suponiendo que eso es cierto, ¿cuál es el motivo por el cual no debería desollarte hacer una deliciosa barbacoa contigo en este preciso momento?

- Porque – Respondió Celeste, tragando un poco de saliva y soltando más lagrimas por el temor – Ahí afuera hay un hombre que hace que no me importe morir, y si me cocinas y me haces barbacoa, no tendré manera de hacerle sentir lo mismo que yo siento a ese hombre.

- Eso significa en esencia que no te importa morir – Dijo el hombre, volviendo a sentarse en su sillón carmesí – Incluso si eso representa que tu sepultura sería mi estómago… Pero, también desearías que ese hombre tuviese un final como el tuyo, ¿verdad? 

- Sí, digo... Para serle honesta, con todas las cosas que me ha dicho que han pasado y lo que me hicieron a mí, siento que morirme es de las cosas que menos me importan... Pero, si tengo la oportunidad de matar a ese demonio antes de irme al otro lado, me encantaría hacerlo. 

- Lo cual es tremendamente sensato en esta situación tan abominable… Sin embargo, disculpando mi indiscreción, ¿Puedo preguntar qué era lo que estudiabas antes de que todo esto sucediera? – Continuó el hombre, esta vez con un tono extrañamente amigable.

- Quería – Respondió Celeste, confundida – Quería ser doctora… Bueno, más bien cirujana.

- Eso es perfecto – Exclamó el hombre – Estás, aunque no lo parezca, frente al mejor cirujano del país... Bueno, lógicamente eso era cuando ejercía mi carrera… Pero considero que aún sigo siendo absurdamente bueno. 

- Entonces… ¿Eres cirujano? – Preguntó Celeste, mucho más confundida.

- Por supuesto. No te hubiese podido sacar esa bala y curado tu herida si no fuese así.

- Pero... ¿Por qué? Digo… Esa máscara, el guisado de cerebro… – Celeste tomó un segundo para ordenar sus ideas y continuó – ¿Qué fue lo que hizo que me salvara?

- Si tu bondad me permite sincero, debo responder que fueron esos pequeños detalles que acompañan tu carisma… Tus ojos, más que nada... 

- ¿Mis ojos? – Dijo Celeste, esta vez asustada.

- Si, tus ojos… Simplemente fue extremadamente llamativo ver como estabas en aquella calle, sangrando y a punto de morir, conservando esa mirada tan característica y poderosa... Esos ojos que desean morir con muchas ansias pero saben que no pueden porque están decididos a que alguien debe morir antes que ellos... Y, si me permites decirlo, realmente creo que nadie con asuntos pendientes merece morir.

- Entonces – Continuó Celeste, aún más confundida – ¿Me salvó porque quiero matar a alguien?

- No, por supuesto que no. Se notaba que eras muy inocente antes que esos tipos te arrebataran el alma... Y la buena noticia es que uno de ellos va camino al infierno... Simplemente sé que eres una buena persona, y yo no mato a buenas personas... 

- Bueno... Gracias... Por el cumplido y todo pero… Aún sigo amarrada ¿sabes?... Espero que eso no signifique que quieres hacer algo conmigo...

- ¡Lo siento, había olvidado por completo ese detalle! Me distraigo mucho al conversar… En un segundo te libero. Solo te daré unos cuantos calmantes para el dolor y otros antibióticos para evitar posibles infecciones y... Por cierto, escribí una pequeña receta en cada recipiente para que no olvides las horas que debes tomarlas, y te recomiendo que comiences a hacerlo al llegar a tu casa o a donde sea que vayas a pasar la noche para evitar complicaciones – El hombre sacó tres frascos del bolsillo de su saco, y poniéndolos en la mesita de noche al lado de la cama, procedió a sacar la llave de las esposas para liberarla – Todas las pastillas son componentes muy económicos y efectivos que puedes conseguir en cualquier farmacia, así que puedes tener toda la confianza de consumirlos y no tendrás problemas en obtener más cuando estos se terminen. Ahora, déjame tomar tu mano y… ¡Bien, eres libre!

- Muchas gracias... Pero... No tengo a donde ir, digo, no sé qué hacer ahora...

- Podrías ir a tu casa – Continuó el hombre, guardando las esposas en la gaveta de la mesita y sacando un rollo de billetes – Pero sería un poco peligroso dadas las circunstancias. Otra opción es que puedes ir a un hotel y esperar ahí hasta que las cosas se tranquilicen un poco; te daré unos cuantos billetes para cubrir los gastos y te olvidas del asunto...  Eso, o puedes quedarte aquí por un tiempo.

- ¿Disculpa? – Respondió Celeste, conmocionada – ¿Aquí, en serio?

- ¡Indudablemente! ¿Qué año de medicina estabas cursando, por cierto?

- Primero...

- ¡Perfecto! Tengo un amigo que puede conseguirte una nueva identidad, con papeles y todo... Puedes continuar tus estudios en la ciudad capital, si lo deseas.

- Espera, espera… No he dicho que quiero quedarme, pero... ¿Qué pasará si lo hago?

- Primero que nada, cocinare algo normal para cenar…

- ¡Hablo en serio!, ¿Qué vas a hacer si me quedo?

- Básicamente, te ayudaré a ser la mejor cirujana del país… Solo cumpliendo con una importante condición.

- ¿Y esa cuál es?

- Simple, mataré a todos los hombres que te violaron, los seis hombres restantes... Luego destruiré ese vídeo, y tú... Tú matarás a Tomás.

- Estás loco – Repuso Celeste – Tomás es millonario, y tú mismo dijiste que los demás son casi intocables.

- Lo cual lo hace más divertido, en teoría.

- ¡Nos van a matar a los dos!

- …Y a ninguno de los dos nos importa, ¿cierto?

Ambos se miraron mutuamente por unos segundos. La propuesta era muy extraña pero potencialmente buena. Sin poder ver sus ojos, Celeste continuó:

- Tu mascara da mucho miedo...

- Lo sé... 

- ¿Puedo ver tu cara?

- Mi rostro es mucho peor que lo que estás viendo en este momento.

- No me importa… Yo quiero ver al hombre detrás de la máscara... ¿Puedes mostrarme, por favor?

El hombre se quitó la máscara. Al verlo, Celeste no pudo evitar observar aquellos extraños ojos amarillos que parecían brillar como monedas de oro entre su piel extremadamente pálida. Notó también que el personaje era aparentemente joven y que tenía una inalterable expresión formal que parecía justo la de un doctor experimentado en su oficio... Pero, lo que más le llamaba la atención, era como se podía ver a través de su mirada algo extremadamente tenebroso y horrible, como si los ojos de aquel hombre reflejaran todas las víctimas, la sangre y dolor que llevaba consigo… E, irónicamente, a Celeste le sedujeron mucho estas características y pensó que el hombre era un galán muy bien parecido. Ella continuó:

- Tus ojos dan mucho miedo. 

- Supongo que sí – Dijo el hombre, aún inmutable.

- Pero… ¿Por qué haces esto?, digo, todo eso… ¿Por qué lo haces?

- Antes lo hice por alguien, luego lo hice por algo… y al final, simplemente se volvió costumbre… Los viejos hábitos mueren lento o se terminan muriendo contigo.

- ¿Y porque yo?, ¿por qué ayudarme?

- No tengo una respuesta muy lógica para eso… ¿Destino? 

- ¿Destino?

- ¿Te han dicho que haces muchas preguntas?

- ¿Te han dicho que hablas mucho y que usas palabras muy rebuscadas, o que tu voz mucho da miedo hasta sin la máscara?

- Todo el tiempo.

- Pues es lo mismo, yo pregunto muchas cosas y en especial cuando no conozco a la gente… ¿Y este vestido que estoy usando de dónde salió?

- Era de mi prometida... Viviríamos juntos, pero murió en un accidente de avión antes de nuestra boda. Lo único que sobrevivió fue su equipaje y me lo entregaron a mí al ser lo más cercano a un familiar... Nunca tuve el valor de tirarlos, y dado el caso que cuando te encontré estabas totalmente desnuda, pensé que sería lo más apropiado. 

- Lo siento mucho – Respondió Celeste, apenada.

- No te preocupes, fue hace mucho tiempo. 

- ¿Y qué vas a hacer si me quedo?

- Como decía, si te quedas… Cocinare algo normal.

El silencio se apodero de nuevo de la habitación. Celeste miraba al hombre con una leve sonrisa, y sin pensarlo mucho, continuó preguntando:

- ¿Cómo te llamas?

- ¿Eso importa? 

- Bueno, mi mamá siempre me enseñó a ser una dama muy recatada y mi papá a ser una mujer decente… Si los dos estuvieran vivos, les daría un infarto saber que ni si quiera se tu nombre y ya estoy viviendo contigo...

sábado, 30 de noviembre de 2013

La muerte nos reúne a todos...





Erick definitivamente no era un tipo de fiar. Sus acciones iban desde vender drogas hasta  asaltar a mano armada en los buses del transporte público, amenazando a niños y ancianos por igual sin el menor temor o remordimiento humanamente posible…

…Pero eso no era lo peor…

“¡Ni que fuera necesidad la del infeliz!” – Decían sus conocidos – “Su familia tiene dinero y él siempre fue muy educado de niño… Pero desde que se hizo adolescente, estar con él es como jugar a la ruleta rusa con una metralleta llena de balas…  Simplemente sabes que va a terminar mal”

Cualquiera diría que, después de tantos años llevando una vida llena de delitos y felonías, la policía se encargaría de atraparlo y meterlo a donde pertenece… Pero eso no era un problema para él.

-          Su padre fue detective – Decía entre lágrimas una de sus ex novias – No importa las cosas que haga o deshaga; Mientras sus padres sigan contribuyendo a la policía y él se la lleve de niño bueno, jamás van a haber pruebas en contra de él.

-          ¿Y a ti que te hizo para que lo odies tanto? – Preguntó Vincent, fumando un extraño cigarrillo rojo y sonriendo con toda la amabilidad posible.

-          El muy perro metió a mi hermano a la cárcel… ¡Así, abrió la boca para ensuciarlo como si nunca hubieran sido amigos!... Y yo estuve a punto de denunciarlo también ¿sabes?, por pura venganza, pero el muy cobarde me amenazó con matarme a mí y a mi familia si hablaba.

-          Vaya mierda – Continuó Vincent, terminando su cigarrillo y levantándose del sillón – Me tengo que ir.

-          ¿Tan pronto? – Replicó la chica, levantándose también y dándole un breve abrazo a Vincent – Me alegró verte otra vez, niño ¿A dónde habías estado todo este tiempo?
-          Tú sabes, a donde el rock me lleva ahí voy.

-          ¡Huy!, ¡La vida del famoso! – Dijo ella, dándole un golpecito en el brazo y limpiándose las lágrimas –       Pero mira… Ya no te sientas mal por lo de tu mamá, ella está en un lugar mejor ahora.

-          Lo sé… No te preocupes, no es nada. Solo me sentía mal porque no pude estar a tiempo para su funeral, eso es todo…

-          Pero no fue tu culpa… Tenías trabajo. Además, desde el cielo ella te debe estar viendo y sé que se siente orgullosa de tener un hijo como tú.

-          Sí… supongo que sí. Cuídate, loca. Nos vemos luego.

-          ¡Claro! Aquí te espero, niño…

Vincent se retiró, sonriendo y  con un sentimiento de logro inmenso. Su amiga nunca se imaginó que el plan de aquel chico que conocía desde la infancia era tan… bizarro.

Los días pasaron con rapidez y el infame Erick se vio en un problema que jamás imaginó…

-          Hijo, debes irte – Le dijo su padre, con mucha frialdad.

-          ¿Irme, yo? – Repuso Erick, riéndose de la situación – ¡Estás loco, viejo! Si quieres vete tú, pero esta ciudad es mía y yo hago lo que se me da la gana.

-          Ya no es así, Erick – Continuó su padre – Mis amigos están hartos de recibir tantas denuncias de tu comportamiento y ya no pueden seguirte cubriendo.

-          ¿Cómo así?, ¿Me estás diciendo que me vas a dejar morir, maldito perro decrépito? – Gritó Erick, tomando a su padre del cuello y apretándolo con fuerza.

-          Hijo… Suéltame…  Déjame… Explicarte…

-          ¡Habla entonces! – Volvió a gritar, soltándolo – ¿Qué pasó?

-          ¡La situación escaló de nivel! – Respondió su padre, desesperado – Las denuncias llegaron a oídos del jefe de estado y él mismo firmó una orden de arresto. Mis amigos temen perder sus trabajos si te siguen ayudando… Lo siento, hijo, no pensé que esto llegaría tan lejos.

-          ¡Mierda!, esto es ridículo... ¡Ridículo! – Continuó Erick, acoplándose a la idea de no hay otra salida viable y sabiendo que le convenía más tomar las cosas con calma –  Bueno, ni modo… ¿Ya me tienes un lugar donde esconderme, verdad?

-          ¡Por supuesto, hijito! En un hotel en las afueras de la ciudad. Puedes quedarte ahí unos meses mientras se calman las cosas y luego podrás regresar.

-          Gracias, viejo... Siempre piensas en lo mejor para los dos…

Erick le hizo una seña con la mano,  guiñó el ojo y confirmó la dirección del hotel. Su padre, aterrado por el comportamiento de su hijo e indignado por la situación, le pidió un segundo para asegurarse  que la habitación estaba lista, tomando el teléfono con autonomía y marcando un número rápidamente.

-          ¡Apresúrate, viejo! – Le gritó Erick.

-          Dame un segundo, hijo, ya casi – Respondió, poniendo el teléfono en su oreja para escuchar – ¡Hola! Sí, soy yo… ¿Está todo listo? Perfecto. En unas horas estará ahí – El papá colgó el teléfono y continuó hablándole a su hijo – Bien, puedes irte. Toma las llaves de mi auto y no te metas en más problemas, ¿está bien?

-          Tú no me dices que hacer, momia – Repuso Erick, agarrando las llaves y saliendo de la casa.

Por un segundo, las cosas parecían estar bien.  El hotel estaba lo suficientemente lejos como para despistar a cualquiera y la policía pronto se aburriría de buscar a un criminal de tan baja categoría. Los meses pasarían rápido, las facilidades incluían tres tiempos de comida en el precio y lo único que Erick tenía que hacer era esperar… 

…Pero eso era algo que aquel muchacho infame no podía hacer…

Al pasar dos semanas, las reservas de droga se le habían agotado por completo. Su aburrimiento había llegado a un grado casi depresivo y las ideas suicidas estaban empezando a tomar un lugar especial en su mente a la misma velocidad que la abstinencia se tomaba su cuerpo. La televisión con novecientos canales ya no lo complacía. La mucama que pagaba de vez en cuando para “desahogarse” se había vuelto monótona. Su desesperación había llegado a un grado tan insoportable que Erick ya no sabía qué hacer. Tomó el teléfono de su habitación e hizo su movimiento de suprema emergencia… Marcó el número con rapidez, pensando si era lo correcto con cada sonido de espera telefónica. Sus manos temblaban, pero cuando escuchó que contestaron, supo que no había vuelta atrás…

-          ¿Hola, mamá? – Dijo Erick, muy avergonzado.

-          ¡Hola, mi bebecito! – Respondió su madre, con mucho cariño – Me alegra mucho escucharte. ¿Está todo bien, mi tarrito de miel? 

-          No mucho, mamita… Estoy aburrido y algo triste. ¿Ya falta poco para que pueda volver?

-          Sí, mi amor. Unas cuantas semanas y esos hombres malos dejaran de molestarte…

-          Pero – Interrumpió – No sé si voy a poder  aguantas unas semanas más…

-          Si, osito, te comprendo… Pero debemos esperarnos unos días más. Nosotros te avisaremos cuando podrás salir de ahí, ¿está bien?

-          Está bien, mamá, gracias, pero… ¿Será que me pueden enviar un poco de mi “medicina”? Ya no tengo nada para pasar el rato.

-          Lo siento, corazón, no puedo enviarte nada… Nos están investigando ahora mismo y tenemos suerte que tu padre haya convencido a uno de sus amigos para que no interceptaran el teléfono. Si hago eso te van a atrapar.

-          ¡Pero estoy aburrido! – Gritó Erick – ¿Hay algo que puedas hacer por mí?

-          Bueno, muñequito, ¿ya intentaste pasártela bien con alguna mucama del hotel?

-          Sí... ¡Pero es que ya me tiene aburrido también! Eso de tener a la misma mujer todas las noches no es para mí y lo sabes…

-          Bueno, si necesitas un poco de “variedad” puedo darte un número telefónico… Las muchachitas son muy discretas, así que no tendrás problemas.

-          ¡Pero no quiero gastar más dinero! – Repuso Erick.

-       ¡No te preocupes, mi príncipe! Yo pagare las cuentas. Elige a las muchachas que quieras y diviértete.

-          ¡Gracias, mami, tu siempre piensas en todo! – Respondió Erick, muy contento.

Su madre le dio el número y él no tardó ni dos segundos en colgar y llamarlo. Cuando la señorita contestó con voz sensual, fue interrumpida por una orden muy específica:

-          ¡Quiero tres mujeres! Quiero una morena, una rubia y una pelirroja… ¡Las quiero en lencería negra y las quiero ya!

-          ¡Perfecto! – Respondió la muchacha, con una voz sensualmente familiar – ¿A dónde podemos encontrarlo?

-          Estoy en la habitación doscientos dos del hotel La Nifla Nata Memphis, en las afueras de la capital.

-          Sí, conocemos ese hotel… Y dime, guapo ¿A quién tendremos el placer de complacer esta noche? 

-          ¡Me llamo Erick Mauricio Ojed Neptuno!, ¿escuchó?, ¡Erick Mauricio Ojed Neptuno!, ¡Ahora deje de joderme y envíeme esas putas!

-          ¡Por supuesto! Estarán ahí en quince minutos. ¡Disfrútelas, guapo!

Erick colgó. Esperó quince minutos exactos y escuchó que tocaron la puerta. Se lanzó de la cama y corrió a abrirles… Pero lo que vio no era lo que imaginaba…

¡Era mejor!

Las muchachas eran increíblemente hermosas. Las tres se quitaron sus largas gabardinas al mismo tiempo para mostrarle la provocativa lencería que él había solicitado, acompañadas con medias y un bolso lleno de “juguetes” para “cualquier juego que a él se le ocurriera”.

Erick se le aventó a la pelirroja como un león. Las tres se rieron y la rubia pronto abrió la maleta para sacar unas cuerdas y un vendaje negro. La pelirroja detuvo al hombre y lo tiró a la cama, haciéndole señas para que se relajara y disfrutara un show que jamás olvidaría. Las otras dos chicas lo amarraron al respaldo de la cama y pronto le empezaron a vendar los ojos, quitándole la ropa lentamente y acariciándolo con pasión…

“¡A mí no me gusta que me amarren, perras!” – Dijo Erick – “Pero que quede claro que lo hago porque estoy muy aburrido”

“No se preocupe de nada, papacito… Nosotras lo vamos a tratar como un rey” Dijo una de las chicas.

Erick sintió cómo, al tenerlo totalmente desnudo y ciego, le amarraron los pies también. Por algún motivo la idea de no saber lo que iba a pasar a continuación le excitaba más de lo que esperaba. Unos cuantos segundos pasaron en suspenso hasta que sintió como un cuchillo le cortaba las vendas de los ojos…

“Que buen juego” – Pensó…

Pero lo que vio esta vez no fue nada placentero.

-          ¿Quién… quien putas eres?, ¿Qué están haciendo aquí, a donde están las chicas?, ¡Sal de aquí, maricón de mierda! – Gritó Erick.

-          ¿Por qué no me sacas tú de aquí, cabrón? – Respondió el hombre que tenía frente a él.
Erick intentó moverse… Pero ninguna de las cuerdas cedió a su fuerza. Su desesperación subió al ver cómo el hombre se acercaba a la maleta que habían llevado las chicas y sacaba una sierra, una botella muy grande de plástico llena de “algo”, una inyección bastante gruesa llena de un líquido amarillo y una mordaza roja propia del sadomasoquismo…
…Las cosas no iban bien…

-          ¡Esas putas me lo van a pagar! – Gritó Erick con fuerza – ¡Ayuda!, ¡Ayuda!

-          Esas putas son mis amigas – Respondió el hombre, sonriendo con cierto descaro – Y no creo que te vayan a pagar una mierda, chico…

-          ¡Ayúdenme!, ¡Un loco me tiene atado!, ¡Ayuda!, ¡Llamen a la policía!, ¡Ayuda!

-          ¡Cállate, cerdo!, ¿No te has dado cuenta que las paredes son más gruesas que un maldito tren?, ¡Nadie puede escucharte!, ¡Y si te escuchan no dan una mierda por ti!... ¿Nos entendemos mejor ahora, chico?

Erick comprendió que no tenía escape. Empezó a llorar e intentó soltarse una vez más, sin éxito. Al rendirse y dar pie a la idea que su muerte era inminente, procedió a hacer las preguntas típicas de una víctima en plena ejecución…

-          ¿Por qué?... ¿Qué quieres?, ¿Qué demonios quieres de mí?

-          Por qué es una pregunta estúpida – Respondió el tipo – Ahora, lo que quiero es… Complicado.

-          ¡No me jodas!, ¿Qué quieres?

-          Mira, yo tenía una amiga cuando era niño… Y me encantaba. Pasábamos juntos todo el tiempo y hablábamos de muchas cosas porque los dos éramos muy… ¿sarcásticos? No sé si sabes de lo que hablo.

-          ¡No sé de qué demonios me estás hablando y nada me puede importar menos!, ¡Estás loco!

-          No, no… Sé que lo sabes. ¿Recuerdas a Clara?, ¿Clara Asomrehal?

Erick lo recordó al instante. Vio al tipo una vez más y descubrió que, detrás de ese abrigo blanco y cabello largo, se escondía alguien de su pasado que nunca en su vida esperó volver a ver…

-          ¡Mierda!, ¡Tú eres ese chico! El que le decían derrame cerebral… ¡Vincent!, ¡Tú eres Vincent!

-          ¡Vaya, pensé que nunca lo recordarías! Me he dejado el pelo un poco largo, pero sigue siendo igual de rojo que antes.

-          Mira, cabrón, lo siento… Yo sé que piensas que maté a esa niña, pero no fue así. Yo la quería…

-          ¡Por supuesto que la querías!, era tu juguete sexual, ¿no? ¡Mierda!, nunca comprendí como una chica tan hermosa como ella se pudo fijar en una escoria tan grande como tú.

-          ¡En serio! – Gritó Erick, mucho más desesperado – No la maté. Sé que parece que sí, pero no… ¡Yo nunca mataría a nadie!

-          ¿En serio?, ¡Vaya!, ¡qué gran malentendido!, lo siento tanto, Erick, te soltaré en seguida… – Dijo Vincent, con mucho sarcasmo y evitando reírse – Solo fue que nunca me pareció así, ¿sabes?

-          ¡Tienes que creerme!, ¡Nunca he matado a nadie en mi vida!

-          Me lo imagino, chico… Pero, por otro lado, me acuerdo perfectamente de cómo la tratabas ¿sabes?, o bueno, ¿Cómo era exactamente lo que le decías todos los días?, Era algo así como… “Mira, perra. Si no eres mía no eres de nadie y si te vas con alguien te mato”… Así era, ¿verdad?

-          ¡Yo era muy celoso!, ¡Lo siento!, ¡Pero te lo juro por Dios que no maté a esa chica!, ¡lo juro!

-          …Y también me acuerdo del funeral, chico… Yo estaba ahí, aguantándome las lágrimas porque ella me hizo jurarle que jamás lloraría por ella… Pero cuando el campeón de Erick Mauricio apareció y se me acercó, lo vi sonriendo de oreja a oreja y me susurró al oído, “Ahora es toda tuya, perdedor… disfrútala”

-          ¡Solo me hacía el cabronazo!, ¡Yo no la maté, te lo juro por mis padres!, ¡Te lo juro por mi madre!... ¡En serio!

-          ¿Por tus padres?... ¡Maldición!, ¿Qué tan divertido puede ser esto?

-          ¡Suéltame!, ¡No levantaré cargos, en serio, lo siento!

-          ¿Quieres que te diga algo, chico? Yo tengo mis motivos para matarte… No sé, mis amigos te odian, yo te odio, y desde el día que encontraron el cadáver de Clara en aquel callejón su espíritu me ha seguido a todas partes, rogándome que te lleve al infierno junto con ella… ¡Y todas las noches me cuenta sobre cuantas puñaladas le diste y cómo la violaste!… Pero tus padres, Erick... ¡Ellos se llevan el premio!, ¡Ellos sí que te detestan!

-          ¿D-de qué estás hablando?

-          ¿No es obvio, chico? ¡Todo fue una trampa! Tus padres pagaron todo este show y se aseguraron de comprar todo lo que necesito para joderte…

-          ¡Muérete! Mis padres me adoran… Eso no es posible… ¡No es malditamente posible!

-          ¿No es posible?... ¡Vamos, chico, piénsalo bien! Estas en un hotel en medio de la nada que no tiene ni un solo maldito guardia de seguridad, nadie tiene ni puta idea en dónde está ni cómo demonios se llama, pero al hablarle a un numero de prostitutas de lo más al azar del mundo, viene una chica y te responde “Si, claro, estaremos ahí en quince minutos”… ¡Por favor, chico, esas mierdas no pasan!, ¡Tienes que ser muy idiota para creer que esto no es una trampa!... ¿Pero sabes que es lo más divertido de esto? ¡La chica que te contestó era tu ex novia!, ¡Pensé que lo ibas a notar, pero eres tan tonto que ni pudiste reconocer la voz de la chica con la que estuviste por un año entero!... Ella también se quería vengar de ti, ¿sabes? Por lo de su hermano… Y tú, cabrón, caíste en su trampa como una maldita y asquerosa rata…

Vincent tomó la jeringa y la clavó en el corazón de Erick. Inyectó todo el líquido amarillo y pronto fue a buscar una especie de suero en la bolsa de herramientas. Palpó levemente el brazo de Erick para encontrar una vena, y con dificultad pudo poner el suero a correr en el cuerpo de su víctima. Luego, Vincent tomó uno de sus extraños cigarrillos rojos y empezó a fumar...

…La situación se ponía cada vez peor…

-          ¿Qué es esto?, ¿Qué me vas a hacer? – Gritaba Erick, estremeciéndose del pánico.

-          Lo que te puse en el corazón y el suero que tienes ahora es lo que me asegura que vas a estar vivo cuando termine de encerrarte en una caja.

-          ¿Cómo así?, ¡Qué demonios vas a hacer!

-          Bueno, chico, tengo excelentes noticias… No te voy a matar, pero definitivamente te dejaré tan útil como un ladrillo…

-          ¿Cómo así?, ¿Cómo que me vas a encerrar en una caja?, ¡Suéltame, maldito psicópata!, ¡Ayúdenme!, ¡Alguien, ayúdeme!

-          ¿Acaso no puedes pensar afuera de la caja, chico? – Dijo Vincent en tono burlesco – Lo que voy a hacer es simple… Primero, te sacaré los ojos de la manera más dolorosa posible, segundo, te reventaré los tímpanos con unos hermosos clavos que tus padres facilitaron,  luego, te cortaré la lengua con el suficiente cuidado para que no mueras desangrado, y al final, terminaré por arrancarte las manos y los pies… ¿Me entiendes? No hablaras, ni oirás, ni veras, ni caminaras ni tocarás… ¡Estarás vivo, encerrado en una puta caja!

-          ¡Estás enfermo!, ¡Malditamente enfermo!... ¡Ayúdenme!, ¡Alguien, por favor!

-          Déjame empezar… No te vayas a mover...

Vincent introdujo lentamente sus dedos en el ojo derecho de Erick, asegurándose de apretar poco a poco el ojo con la intención de hacerlo explotar… Y cuando la sangre finalmente empezó a fluir, Vincent procedió a sacarlo lentamente, con cierto placer enfermizo en el proceso…

“Esto es divertido, chico” – Susurró Vincent.

…Pero, de pronto, la mucama entró a la habitación. Al ver al hombre que le daba tanto dinero por su cuerpo en plena fase de tortura y escuchar sus gritos de auxilio, salió corriendo en pánico y gritó que llamaran a la policía. Vincent se quedó sorprendido al ver que su plan se iba a la basura instantáneamente. Erick, a pesar del dolor, empezó a reírse.

-          No lo tenías planeado, ¿verdad, aborto viviente?... Pronto tu trasero se irá a la cárcel y le vas a servir de putita a muchos por ahí, ¡perra!…

-          ¡Mierda! – Gritó Vincent – Tienes razón, no lo tenía planeado así… Pero, para desgracia tuya, tengo un plan B.

-          ¿Plan B?, ¿Qué demonios es el plan B?

-          Lo siento, chico, pero te vas a tener que morir…

Vincent tomó la botella de plástico y empezó a rociar todo el líquido sobre el cuerpo de Erick. Tomó su encendedor y le mostró la flama a su rival. Erick lo miró, y comprendió que lo que estaba a punto de pasar no iba a ser nada placentero para él…

-          ¡Maldito hijo de perra!, ¡No te atrevas!

-          Adiós, chico. No fue ni un puto gusto conocerte, pero así es la vida, ¿no?

-          ¡No te atrevas, pedazo de mierda!, ¡Si me matas voy a esperar tu trasero en el infierno!, ¿oíste?, ¡Te voy a estar esperando! 

-          ¡Por supuesto!, Clara me estará esperando también… ¡Y tus padres!, mis amigos, los tuyos… Será malditamente divertido estar ahí, ¿no te parece?…

-          ¡No lo hagas, por favor!, ¡Yo no maté a esa chica!, ¡No lo hagas!...

-          Clara, mi amor… Esto es lo que querías que hiciera, ¿verdad? Aquí está mi regalo de cumpleaños, solo para ti…

-          ¡No, por favor!, ¡No lo hagas!... ¡Auxilio, va a matarme!, ¡Va a quemarme vivo!, ¡Auxilio!

-          ¡Hasta que la muerte nos reúna a todos, mi hermosa Clara! – Gritó, poniéndole la mordaza a Erick – Porque la vida siempre nos separa de los que amamos… ¡Pero la muerte siempre nos reúne a todos!

Vincent lanzó su encendedor. Vio como Erick se prendió en llamas muy lentamente y observó la manera peculiar en que el kerosene le destruía la piel, haciéndolo sufrir y gritar mucho más de lo que él esperaba… Y aunque el resultado fue tremendamente satisfactorio, esto simplemente no le importó. En sus ojos, en lugar de fuego y humo, lo único que él podía ver era a Clara, sonriéndole con mucho cariño y aplaudiéndole su gran hazaña, pensando que entre más dolor sentía Erick, más feliz estaba su amada en el infierno… Y eso…

...Eso lo hacía el hombre más feliz del mundo…

Cuando finalmente los agentes policiales y los bomberos lograron localizar el lugar, se encontraron con algo que realmente jamás esperaron…

Afuera de la habitación doscientos dos estaba aquel joven de cabello rojo, sentado en posición fetal y riéndose… Hablando con personas que no estaban ahí y gritándole al cadáver de Erick “Fue muy divertido, chico, ¿no te parece?”

“Para mí sí lo fue mi amor… ¡Gracias por todo!” Les pareció escuchar a una chica decir en el techo.