UN HERMOSO JARDÍN
Era, nuevamente, un reportaje de segunda mano para Miguel. Como siempre sucedía en su corta carrera como periodista, tenía la desdicha de entrevistar a otra persona local por un motivo poco interesante… Sin embargo – Si es que esto lo hace menos aburrido – Este nuevo reportaje tenía un pequeño toque místico y peculiar, ya que su objetivo, sorpresivamente, iba más allá de obtener simple información frívola sobre los gustos y opiniones generales de la entrevistada; se trataba, más bien, de desenmascarar la verdad detrás de un mito urbano… El nuevo jardín de edén.
Era, nuevamente, un reportaje de segunda mano para Miguel. Como siempre sucedía en su corta carrera como periodista, tenía la desdicha de entrevistar a otra persona local por un motivo poco interesante… Sin embargo – Si es que esto lo hace menos aburrido – Este nuevo reportaje tenía un pequeño toque místico y peculiar, ya que su objetivo, sorpresivamente, iba más allá de obtener simple información frívola sobre los gustos y opiniones generales de la entrevistada; se trataba, más bien, de desenmascarar la verdad detrás de un mito urbano… El nuevo jardín de edén.
La persona a entrevistar era Laura Bolnav, una entrañable mujer cuyos bienes y fortunas se basaban en la venta de flores y uno que otro cuadro ostentoso. Sus gustos y excentricidades eran muy conocidos por sus vecinos cercanos, provocando un sinfín de rumores en la comunidad sobre un posible pacto con el diablo que no hacía más que resaltar la dulce pero extraña personalidad de la dama. Sin embargo, lo que realmente hacía notable su presencia en el mundo a pesar de ser una escueta madre de clase media, era una belleza inimaginable que la caracterizaba a sus treinta y cinco años de edad. Por algún motivo, ella era una mujer inagotable dotada de mucho positivismo, elegancia, belleza y afán por cuidar a sus hijas, además de tener una fascinación irreverente con el cultivo de flores, plantas y por la agricultura... Lo cual es un hecho casi surrealista a estas alturas del siglo, pero al fin y al cabo, un hecho real…
Miguel cruzó la puerta de la casa a la primera invitación de Laura, y pasando un largo pasillo hasta llegar a la sala, se sentó en un cómodo sillón de terciopelo blanco y esperó con impaciencia la llegada de la dama Bolnav. Cuando al fin llegó, Miguel se levantó con prontitud e intentó estrechar su mano, pero antes de que pudiese decir siquiera un saludo, la dama lo interrumpió enérgicamente diciendo:
- Sé muy bien porqué está aquí… Y no, no pienso revelarle el secreto de mi jardín hasta que tengamos una formidable conversación. Tengo mucho de qué hablar y se ve que usted tiene mucha paciencia para escuchar a una dama.
- Como usted guste, señora Bolnav –Dijo Miguel rápidamente.
- Señorita – Sonrió – Que me digan señora me hace sentir vieja.
Entonces, ambos empezaron a caminar juntos alrededor de la casa.
A pesar de la considerable falta de tacto al hablar, el carisma de Laura era increíble, casi infalible cuando se trataba de hombres. Miguel trató de ocultar su desconcierto al analizar la situación, pero no pudo bloquear ese pensamiento inevitable… La mujer parecía tener unos dieciocho años... Veintiuno, exagerando.
Al cabo de un rato, ambos llegaron a un corredor lleno de pinturas extrañas que incluían una que otra fotografía antigua y gigantesca. La doña empezó a relatar la historia de cada obra, una por una, mientras Miguel fijaba su atención solamente a las fotografías. De repente, el periodista descubrió un detalle macabro detrás de todas esas obras, y al llegar a una fotografía que rayaba en lo repugnante, Miguel no pudo contener su comentario por más tiempo:
- Estos cuadros… Todos son de aquel pintor ¿cierto? – Dijo Miguel, horrorizado en cierto modo.
- Sí, todos son de él. Me encantan sus obras, todas ellas... – Respondió a dama Bolnav, sonriendo.
- Incluso la flor de carne, como puedo observar – Interrumpió Miguel, señalando la fotografía.
- La última flor – Corrigió Laura – Una obra inspirada en el amor hacia su esposa.
- Hecha con partes humanas, para la cual destazó y desmembró a una buena cantidad de sus amigos más cercanos, según tengo entendido.
- Y según usted tiene entendido, ¿existe alguna muestra más grande de amor en este mundo? – Repuso la dama, aún sonriendo.
Miguel quedó consternado. Recordó una frase de cierto pintor extravagante, y decidió seguir con el recorrido, tratando de no causar más conflictos que le costaran su carrera y definiendo las acciones de la dama como excéntricas, sin tomarlo como algo personal.
De pronto, la conversación se convirtió en una rutina monótona, consistente en la simple aceptación de Miguel a todo lo que Laura decía, como si su trabajo fuese únicamente alabarla y enaltecerla. La dama, al notar el aburrimiento de Miguel, decidió llevarlo finalmente al jardín, el cual rápidamente despertó la atención del periodista y lo hizo hasta temblar.
De pronto, la conversación se convirtió en una rutina monótona, consistente en la simple aceptación de Miguel a todo lo que Laura decía, como si su trabajo fuese únicamente alabarla y enaltecerla. La dama, al notar el aburrimiento de Miguel, decidió llevarlo finalmente al jardín, el cual rápidamente despertó la atención del periodista y lo hizo hasta temblar.
- ¡Nunca había visto un jardín tan hermoso! – Exclamó Miguel.
- Y lo llevaré a dar una vuelta por todo el lugar si me acepta la invitación a un buen trago de whisky – Dijo Laura, dándole un golpecito en la espalda al joven periodista.
- Es una propuesta que no puedo rechazar – Respondió Miguel, sonriendo.
Ambos caminaron por el increíble jardín, observando la variedad de flores que contenía y bebiendo uno que otro trago de vez en cuando. Después de haber recorrido todo el extraño jardín y tomar toda la botella, la conversación cambió su tono profesional a uno de completa confianza, y los temas se desviaron a las vivencias de cada uno de ellos. Miguel habló de varias irreverencias, pero al fin, terminó soltando sus experiencias amorosas pasadas, historias tristes en las que el pobrecillo siempre terminaba llorando un terrible desengaño.
Ambos caminaron por el increíble jardín, observando la variedad de flores que contenía y bebiendo uno que otro trago de vez en cuando. Después de haber recorrido todo el extraño jardín y tomar toda la botella, la conversación cambió su tono profesional a uno de completa confianza, y los temas se desviaron a las vivencias de cada uno de ellos. Miguel habló de varias irreverencias, pero al fin, terminó soltando sus experiencias amorosas pasadas, historias tristes en las que el pobrecillo siempre terminaba llorando un terrible desengaño.
- Oh, pobre muchacho – Exclamó Laura, exagerando su compasión – Se ve que te han roto el corazón muchas veces.
- Sí, así es, señorita. He sufrido mucho en este mundo por querer más de la cuenta. Pero qué puedo decir, así es el amor.
- Sí, así es el amor…
Miguel sacó un cigarrillo mientras la dama lo observaba con cierto interés y lo consolaba, jugando con su cabello con mucho cariño y total delicadeza. Poco a poco y mientras ambos se sentaban en la grama, Laura acariciaba a Miguel, quien terminó recostado sobre las rodillas de la dama y se fue adentrando lentamente en la inconsciencia del sueño. Ella le susurraba muchas cosas agradables al oído, hasta que, de un momento a otro, terminó diciéndole una frase poco común.
- Tranquilo, muchacho, tranquilo. Eres un buen hombre, uno de los últimos que quedan en este horrible mundo. Duérmete tranquilo, pronto descansaras en paz…
Cuando Miguel escuchó esas últimas tres palabras, ya era muy tarde como para hacer algo.
Despertó, amarrado en el desayunador de la cocina, totalmente desnudo y cubierto de algo que parecía ser aceite. Luego, luchó, se orinó, casi arranca sus brazos y piernas e hizo de todo lo que pudo para liberarse, pero no tuvo éxito. La señorita Bolnav apareció algunos minutos después, junto a una de sus hijas, ambas vestidas con vestidos floreados y delantales amarillos. Miguel, horrorizado, y gritó una increíble cantidad de blasfemias y se detuvo cuando vio a Laura tomar un gran cuchillo. Al final, dándose cuenta que ninguna de sus acciones lo salvaría de la muerte, se ahogó en llanto y sustituyó su furia por pánico, preguntando una y otra vez:
Cuando Miguel escuchó esas últimas tres palabras, ya era muy tarde como para hacer algo.
Despertó, amarrado en el desayunador de la cocina, totalmente desnudo y cubierto de algo que parecía ser aceite. Luego, luchó, se orinó, casi arranca sus brazos y piernas e hizo de todo lo que pudo para liberarse, pero no tuvo éxito. La señorita Bolnav apareció algunos minutos después, junto a una de sus hijas, ambas vestidas con vestidos floreados y delantales amarillos. Miguel, horrorizado, y gritó una increíble cantidad de blasfemias y se detuvo cuando vio a Laura tomar un gran cuchillo. Al final, dándose cuenta que ninguna de sus acciones lo salvaría de la muerte, se ahogó en llanto y sustituyó su furia por pánico, preguntando una y otra vez:
- ¿Por qué?… ¿Por qué me hace esto?
- Mi esposo – Dijo la dama, con cierto tono de tristeza – Era un buen hombre, uno de excelentes sentimientos y gran corazón. No sé si lo entiendes… Él me hizo una hermosa flor que yo no pude apreciar, y cuando lo mataron en prisión me dejó mucho dinero...
La señorita Bolnav puso el cuchillo en el cuello de Miguel, y mientas su hija le ponía cinta aislante en la boca, Laura terminó por decir:
La señorita Bolnav puso el cuchillo en el cuello de Miguel, y mientas su hija le ponía cinta aislante en la boca, Laura terminó por decir:
- No me quiero aprovechar de su dinero, así que tengo un negocio yo misma... ¡Vendo flores!, las más hermosas del mundo. Así muestro aprecio por la flor que él me regaló, y ustedes... Bueno, las personas son una maravillosa fuente de abono, y me ahorran mucho dinero carne molida.
No pasaron ni cinco minutos cuando la señorita Bolnav ya tenía el corazón de Miguel en las manos, crudo y listo para ser despedazado y comido. Se lo dio a su hija, y con una maternal sonrisa le señaló el fregadero, susurrándole al oído: "Amor, ve a lavarte las manos y llama a tus hermanas, necesito que me ayuden a cocinar"